Confinamiento y lucha de clases

confinamiento y lucha de clases

Desde el minuto cero en que se dictó por el gobierno el confinamiento y el estado de alarma, manifestamos la necesidad de mantener una posición crítica al respecto que contrastaba con la una actitud en gran medida pasiva dentro del activismo social. Actitud que a día de hoy se sigue manteniendo, en vísperas además de un Primero de Mayo que debería ser una jornada preparatoria en términos de combatividad ante el escenario nada halagüeño de degradación social y laboral que se perfila en el horizonte más cercano. En ese sentido, lo menos que podemos decir es que ha sido no sin grandes dificultades que esa posición que mantuvimos desde el principio se ha ido abriendo paso, incluso en los ambientes militantes más cercanos. Pues bien, estamos convencidos de que aún queda mucha distancia que recorrer para adoptar esa actitud crítica que hay que mantener ante la política estatal del confinamiento (y ya del desconfinamiento), y que urge recorrerla lo antes posible ante “la que se avecina”. Precisamente por eso es por lo que consideramos pertinente recopilar los diversos textos que hemos ido produciendo sobre la política gubernamental dictada ante la epidemia del coronavirus Covid-19, y que nosotros creemos que va mucho más allá. La pretensión, pues, del folleto es dar una visión de conjunto de los textos que hemos ido produciendo a fin de contribuir mucho más eficazmente a generalizar esa crítica, aún muy deficiente, al aislamiento que se nos aplica. Pasemos ya a hacer algunos comentarios sobre los escritos seleccionados y el criterio seguido para su selección.

Habría que empezar diciendo que partimos de que el tratamiento del confinamiento gubernamental dictado lo constituyen dos ramas clave. Uno en su aspecto sanitario, en el sentido más amplio, y otro en su componente represiva. En lo que respecta a esta segunda rama, ya desde los inicios de la imposición del estado de alarma se ha venido alertando (ver “El nudo gordiano colateral del Coronavirus”y“Virus se escribe en plural”) sobre la admisión acrítica del confinamiento en su carácter de estado de excepción en desarrollo, con lo que ello supone de limitación de la necesaria movilización para expresar las urgentes reivindicaciones que se imponen tanto en materia de salud pública como en el ámbito socio-laboral. Esto se está viendo confirmado por una realidad que desborda claramente el inmovilizador “cuando esto acabe”, dándose ya casos más o menos espontáneos por la (necesaria) vía de pisar la calle. Este aspecto represivo no tiene visos de acabar pronto dada su conveniencia en momentos de profunda crisis sistémica. Así, pensando en los próximos meses, ¿quién dice que no será un recurso recurrente en nombre de la salud pública?

En lo que respecta al aspecto sanitario, la tesis de impugnar el confinamiento tal y como se nos impone se ha ido precisando y ampliando con el tiempo; como decíamos al inicio, justo es decir que no sin ciertas resistencias al interior de nuestro propio movimiento. Había que alertar de la necesidad de planificar socialmente el confinamiento, como se puede ver en “Por una planificación social del confinamiento”. Aquí se expone que, si bien es cierto que el aislamiento es necesario de cara a la contención del virus, no lo es menos que la manera en que el gobierno lo ha abordado ha tenido y tiene un marcado carácter de clase. Y es que el abandono de los más vulnerables a la enfermedad, pidiendo incluso a los que cuentan con el apoyo de un núcleo familiar una “distancia social” dentro de los hogares inasumible para quien no disfruta de esos ostentosos chalets en Marbella… o en el mismo Galapagar, está teniendo funestas consecuencias. Se demandaba entonces, entre otras cosas, la necesidad de usar el gigantesco parque hotelero español como mejor manera de acompañar las cuarentenas de los grupos de riesgo, de los trabajadores activos (especialmente los sanitarios) e, incluso, de los casos asintomáticos sospechosos de ser portadores. Digamos ahora que a ello hay que añadir la exigencia de poner el amplísimo parqué de viviendas, gran parte en manos de fondos buitres, a disposición de miles de familias cuyas infraviviendas se convierten, en el confinamiento total, en verdaderas mazmorras insalubres.[1]

Ciertamente es necesario ser conscientes del limitado alcance de nuestras propuestas para no caer en frustraciones, pero es honesto admitir que, cuando todavía siguen pendientes de ser asumidas completamente hasta por nuestra propia parte, la realidad nos rebasa: ya se dan desagradables casos donde vecinos requieren a trabajadores sanitarios que alquilen habitación en un hotel y no duerman en casa. He aquí un claro caso de la práctica como criterio de la verdad; y de la peor (y más reaccionaria) manera, cuando la verdad no se anticipa para orientar aquella.

Si las clases no desaparecen por mucho que nos aislemos, tampoco lo hace la lucha entre ellas. Antes al contrario, esta se reviste de su sentido más dramático cobrándose numerosas víctimas. Es lo que se expone en La lucha de clases no puede confinarse”“La lucha de clases hace sonar de forma alarmante su estremecimiento”, que ponen sobre la mesa el imperativo de la planificación y el control obrero de la producción donde se antepongan de una vez por todas los intereses sociales y no los de las sociedades… de grandes accionistas.

Sin duda que el desconfinamiento impuesto desde los que quieren su Botín en forma de dividendos es el peor posible. Pero no nos quedamos ahí. Si es eso es cierto, no lo es menos que, en un sistema que nos protege tan poco y que no duda en mandarnos al matadero, no hay familia obrera que resista sin trabajar más de un mes. En ese sentido, también la vida nos ha impuesto definitivamente una verdad irrevocable: o controlamos nuestro propio (des)confinamiento, conjugando racionalmente producción y salud  pública, o ellos nos desconfinan…y nos sacrifican.

En lo que respecta precisamente a la planificación, y aunque no toca directamente el asunto del confinamiento, hemos convenido seleccionar también “Planificación o barbarie. Poner al pueblo en el centro de un progreso que no está en nuestras manos”, precisamente porque pone en valor a los países que cuentan con una economía más o menos planificada, con su correlato sanitario, y que en esta pandemia se demuestran muy superiores antes el caos del “libre” mercado. De ahí que hayamos decidido incluir también en este folleto “¿Salvar a los inversionistas… o invertir la economía para salvarnos de ellos?”, ya que es la propia emergencia sanitaria la que ha situado en primer plano la necesidad de la planificación económica frente a la irracionalidad capitalista. Además, es en ese escrito donde ya hay una primera idea de Frente de Salvación Popular que cristaliza en uno de los textos que adjuntamos en el anexo y del que hablaremos un poco más adelante al final de esta introducción.

Se propone, por tanto, además de una planificación y control obrero, una negativa a asumir el confinamiento tal y como nos viene dado. Pero, ¿en qué se concreta nuestra negativa desde ya mismo? O mejor dicho, ¿cuál es su contraparte positiva más allá de planteamientos programáticos que responden a un plazo más o menos largo? Ante la imposición autoritaria y violenta del Régimen del “dividendos a toda costa”, hemos de ir construyendo un contrapoder que se le oponga. Es aquí donde entra (y de ahí la inclusión de “Redes de apoyo mutuo: cuando el pueblo se organiza” ) la construcción progresiva de poder popular. No solo por lo que tiene de necesario saldar las emergencias surgidas entre la gente, sino porque es este pueblo (auto)organizado el que se proyecta como sustituto del poder que estamos negando.

Y es en torno a esta cuestión del poder, en el plano propositivo que exponíamos más arriba, lo que hace oportuno adjuntar un anexo con el llamamiento “Hacia un Frente de Salvación Popular” y el Editorial del número 21 de la revista de Red Roja. Creemos muy necesarias esas anexiones al conjunto del folleto, ya que, como nos alerta la experiencia del último ciclo de movilizaciones, toda lucha o reivindicación sectorial que no tenga en cuenta la construcción del camino para la toma del poder está condenada como mínimo a la frustración… cuando no a la utilización de los anhelos populares por las fuerzas más reaccionarias. Ya nos lo advirtió Lenin: “salvo el poder todo es ilusión”.

24 de abril de 2020

Pinche aquí para descargar el folleto


[1] Para la introducción del presente folleto hemos retomado literalmente partes del artículo “Sobre el confinamiento y lo que este encierra: un (primer) balance”, que aparecerá en el número 21 de la revista de Red Roja, y que ya hace un primer compendio de algunos escritos que expresan nuestra posición crítica ante el confinamiento tal y como se nos viene imponiendo.

[2] Al respecto, no estamos ante un caso único de España. Ver el vídeo que incluye la noticia aparecida en el periódico francés Le Monde y que lleva por titular “« On va mourir de ça » : comment les Français mal logés sont piégés par le confinement” (“‘Vamos a morir de esta’: cómo los franceses mal alojados están atrapados en el confinamiento”)

https://www.lemonde.fr/societe/video/2020/04/10/on-va-mourir-de-ca-comment-les-francais-mal-loges-sont-pieges-par-le-confinement_6036248_3224.html

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