La Curva de Tipos de Interés Invertida como presagio de todas las crisis


En el mundo económico, hay un indicador que ha demostrado ser un presagio inequívoco de las recesiones a lo largo de la historia reciente: la curva de tipos de interés invertida.

Para entender esta curva, primero debemos recordar que los gobiernos y las empresas emiten bonos como una forma de pedir prestado dinero. Estos bonos tienen diferentes vencimientos, y en condiciones normales, los bonos a largo plazo (con vencimientos más lejanos) ofrecen tipos de interés más altos que los bonos a corto plazo (con vencimientos más cercanos). Esto tiene sentido, ya que prestar dinero durante más tiempo generalmente conlleva un mayor riesgo al no saber qué ocurrirá dentro de 10, 20 o 30 años.

La inversión de la curva de tipos de interés ocurre cuando esta relación se invierte: los bonos a corto plazo ofrecen tipos de interés más altos que los bonos a largo plazo. Esto es altamente inusual y tiende a indicar que los inversores temen que en el corto plazo se produzca una recesión económica. En otras palabras, prefieren prestar dinero a largo plazo, a pesar del riesgo de no saber qué sucederá en el futuro, en lugar de hacerlo a corto plazo, donde ahora mismo existe una mayor certeza de una posible crisis inminente. Como resultado, actualmente se premia más la inversión a un mes que a 30 años.

En el gráfico elaborado a partir del Banco de datos de la Reserva Federal de St Louis[1], se muestra el diferencial entre los rendimientos del Tesoro a 2 años y 10 años, mientras que las barras grises indican las recesiones de EE. UU. a lo largo de su historia. Cuando la línea roja se vuelve negativa, la curva se ha invertido.


Tal como se puede comprobar en el gráfico, en Estados Unidos absolutamente cada recesión importante desde la Segunda Guerra Mundial ha estado precedida por una curva de tipos de interés invertida, y lo relevante es que hemos podido ver esta inversión de nuevo desde hace unos meses. A medida que la diferencia de rendimientos entre los bonos a largo plazo y los de a corto se fue volviendo cada vez más negativo, las preocupaciones sobre una posible recesión en el horizonte se fueron haciendo más evidentes. Es importante tener en cuenta que, dada la influencia de la economía estadounidense en occidente, si una recesión se materializa en Estados Unidos, es probable que acabe rebotando aquí. De hecho, muchos indicios sugieren que una recesión podría afectar primero a Europa, especialmente considerando la situación económica en países “punteros” como Alemania.

Sin embargo, si nos fijamos bien, también podremos observar que históricamente las recesiones llegan no cuando se invierte la curva de tipos, sino cuando se empieza a “desinvertir”, coincidente con una percepción general de recuperación económica, o al menos de ausencia de recesión. Por ello, ahora que en última instancia la diferencia de rendimientos entre los dos tipos de bonos se ha ido reduciendo y como consecuencia se está acercando al 0, no es precisamente un signo de recuperación, sino todo lo contrario.

Al hilo de ello, desde hace poco se están volviendo mayores las voces de los medios[2] y organismos que apelan a un «soft landing». El término «soft landing», que proviene del inglés y se traduce como «aterrizaje suave», se refiere a aquella situación en la que una economía se desacelera gradualmente y evita una crisis grave. Como si un avión estuviera aterrizando suavemente en lugar de hacerlo de manera brusca. En este caso, los medios están señalando desde hace unos meses que lo más probable es que la economía se enfríe de manera controlada, lo que permitirá una transición más suave hacia un período de menor crecimiento para luego poder volver a crecer al ritmo anterior.

Justo en los momentos en que aparecen señales crecientes de crisis económica, los medios, conscientes de la inminente tormenta, suelen optar por transmitir un mensaje de calma, especialmente dirigido a la población y, sobre todo, a los mercados financieros. Esta estrategia no sorprende, ya que es en los mercados financieros donde se desencadena inicialmente el pánico, lo que tiene efectos en cadena devastadores en el sistema financiero y la economía en general.

Recordemos el ejemplo de 2007, cuando muchas voces en los medios apuntaban a un «aterrizaje suave», pero en realidad había indicios claros de una crisis inminente. En ese momento, mantener la confianza de los inversionistas y evitar una reacción en cadena en los mercados era esencial para los gobiernos en pos de evitar un colapso sistémico. Sin embargo, si fuera tan simple evitar o manipular las crisis económicas, nunca habría habido ninguna, pero la historia nos demuestra que son inherentes al sistema capitalista.



En el momento en que un indicador como la curva de tipos de interés refleja con intensidad una inminente crisis, sucede que las condiciones reales de la economía doméstica vienen sufriendo desde hace tiempo. Quienes primero notan el encarecimiento del coste de la vida es la clase trabajadora, mucho antes de que un indicador económico lo refleje. Por ello, la inversión de la curva de tipos solo sirve para confirmar lo que muchos ya saben: que dentro de poco la burbuja de la impresión desmedida de billetes explotará.

Artículo escrito para InsurGente.Org


[1] https://fred.stlouisfed.org/series/T10Y2Y#

[2] https://www.ft.com/content/078cc92a-015d-4cc3-9c5a-46849f359000

https://www.bloomberg.com/news/articles/2023-09-13/can-the-fed-achieve-a-soft-landing-and-avoid-a-recession#xj4y7vzkg

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