El último comandante de la brigada Prizrak
El sábado por la tarde, por medio de comunicados del portavoz del ejército de la RPL y de la unión de veteranos de Donbass, de la que era miembro activo, se confirmó la muerte del comandante de la 14ª Brigada de la RPL, antigua Brigada Prizrak, Alexey Markov aparentemente en accidente de tráfico. Markov había llegado a Donbass como voluntario en noviembre de 2014 y permaneció en la zona siempre vinculado a la brigada creada al inicio de la guerra por Alexey Mozgovoy. Comisario político del destacamento comunista miembro de la brigada, subordinada ya al liderazgo de Lugansk, Markov ascendió a comandante de la brigada un año después de la muerte de Mozgovoy, al ser apartado Yury Shevchenko por desafiar a la RPL con la instalación de un monumento al primer líder y fundador de la brigada.
Conocido como Dobriy, Bueno, y apreciado por sus soldados por su hábito de participar en las misiones de reconocimiento, respondió una vez alegando que su conciencia estaría tranquila a la pregunta de por qué lideraba esas misiones en lugar de enviar a sus soldados a sabiendas de que su muerte en combate supondría un grave problema para la brigada.
Sin experiencia de combate hasta su llegada a Donbass, Markov ha dirigido en estos años una brigada Prizrak que apenas era ya una sombra de lo que llegara a ser en el verano de 2014 e invierno de 2015. Junto a la brigada, Markov participó activamente en las operaciones de liberación de Debaltsevo en febrero de 2015, en la que Prizrak fue uno de los primeros grupos en llegar a la ciudad y comenzar a evacuar a la población ante el inicio de la batalla final. Desde entonces, Markov ha comandado a su unidad en uno de los puntos más complicados del frente: la ahora destruida localidad de Jelobok, de donde Prizrak evacuó finalmente a la última residente, y la ruta de Bajmutka, uno de los objetivos habituales de Ucrania y cuya pérdida habría supuesto graves consecuencias para las Repúblicas Populares.
Al contrario que gran parte de los voluntarios rusos y extranjeros, Markov permaneció en Donbass tras la firma de los acuerdos de Minsk y la consolidación de una situación que calificaba de “ni guerra, ni paz”. “No me gusta dejar las cosas a medias”, explicó a la periodista rusa Anna Dolgaeva. La guerra se había cobrado demasiadas vidas y el comandante ya no podía volver a casa sin tener una respuesta a la pregunta de qué habían hecho en Donbass.
“Rendirse en esta situación, levantar las manos y decir: no podemos hacer nada más, seguramente sería lo peor”, explicó en una entrevista concedida a Telesur. “Cada persona que tiene en la vida algo más preciado que su pellejo, su sueldo o su casa, tiene que estar preparado para sacrificarlo por un objetivo mayor. Y para mí ese objetivo es la vida y el bienestar de mis hermanos de esta tierra. Sé que pueden matarme, pueden mutilarme. Yo también tengo miedo. No soy un héroe en absoluto. Pero seguramente sería mucho peor quedarme sentado en casa, en el sofá, viendo la televisión y sabiendo que en estos momentos, gente como yo está muriendo a manos de la junta solo porque nadie detuvo a los fascistas”.
Tras la última batalla en Jelobok, Markov explicó una vez más su motivación para unirse a la guerra, una guerra que odiaba y en la que no quería matar, pero que no abandonó. “Jugaron un papel crucial los comentarios que dejaban los defensores de Euromaidan en los vídeos de la tragedia. No solo es que estuvieran contentos, decían: ahora lo mismo pasará en todas partes. Me quedó claro que Odessa solo era el principio. Y así fue. Después ocurrió el ataque contra el Departamento de Policía de Mariupol, el tren de la amistad a las regiones del este, los bombardeos aéreos en Lugansk, etc. Yo soy comunista por convicción. Dejé mi casa y mi trabajo en Moscú y fui a Donbass como parte del destacamento comunista. Pensé que sería para seis meses. Nos unimos a la brigada Prizrak”, explicó en el quinto año de guerra, sin intención de bajar los brazos y asumir que no había una victoria militar ni política a la vista.
Comunista de convicción, Markov se ha destacado en estos años por su perseverancia y voluntad de luchar hasta el final, contra el fascismo ucraniano y contra las injusticias del sistema. Llegó a Donbass como voluntario para entregar ayuda humanitaria, trató de mantener viva y reivindicar la memoria del asesinado Mozgovoy cuando muchos trataban de manchar su imagen y pese a su falta de experiencia tomó las armas cuando lo consideró necesario para defender al pueblo. “Yo soy una persona pacífica”, le explicó tras la operación de Debaltsevo al periodista Ibai Trebiño. “Jamás habría pensado que tendría que tomar las armas. Pero llegado el momento, si no estás dispuesto a tomar las armas para defender a tu pueblo o para luchar, no puedes llamarte a ti mismo comunista”.
Como otros comandantes militares, Markov ha muerto lejos del frente, en un momento en el que la violencia se ha reducido pero sin crearse un alto el fuego completo ni una situación política que cree esperanzas de la cercanía de un verdadero final de la guerra. Con la muerte de Markov desaparece, no solo el último comandante de la brigada Prizrak de Alexey Mozgovoy, sino uno de los últimos comandantes que seguían en activo desde prácticamente el inicio de la guerra.
Fuente: https://slavyangrad.es/2020/10/26/20636/