A propósito de las elecciones de Madrid

Rebotamos este interesante artículo publicado en la web amiga Insurgente respecto a la coyuntura política tras las elecciones en Madrid. La crisis provocada por el Coronavirus junto con las medidas incoherentes y antipopulares del gobierno «más progresista» de la historia, el endeudamiento generalizado de amplias capas de sectores intermedios y la falta de un referente político, son algunos de los ingredientes que han acabado consolidando el descalabro del «podemismo» y dado el triunfo a la demagogia de Ayuso y el avance de posturas reaccionarias.

Lo que hemos estado viviendo en torno a las elecciones de Madrid no es más que un reflejo de la situación de degradación en el plano político que lleva años en curso, con especial fuerza en el último año. No hubo ninguna salida real de la crisis del sistema que estalló en 2008, y de hecho todos los indicadores advertían de una muy probable nueva recesión antes de que llegara el COVID-19, que lo aceleró todo. Y cuando una crisis se alarga en el tiempo, cuando esta además afecta a muchos y diferentes sectores y no hay ninguna salida real, cuando no hay un referente político que señale la línea de demarcación entre, por un bando, los causantes y beneficiarios de la crisis, los recortes y la miseria social y, por otro, la amplia diversidad de víctimas de los mismos, cuando esto no se da, “cada uno tira por su lado”, las luchas dentro del propio cuerpo social se exacerban y es cuando las expresiones reaccionarias pueden coger más fuerza.

Mientras la agenda mediática ha estado copada por una campaña electoral que ha sacado a relucir lo peor de la politiquería, ha continuado la cascada de ERES, las reestructuraciones bancarias, los rescates de autopistas, el aumento de la deuda pública con pufos como el de la SAREB –aquel banco malo del cual la gran banca ha pedido salir para no asumir su deuda1– y un largo etcétera. Todos estos temas han estado ausentes en la campaña cuando, en buena medida, son la cara y cruz de lo que aquí se está jugando.

Efectivamente, la banca y los grandes emporios empresariales continúan pidiendo y forzando a más recortes, siendo tal el descaro de su impunidad que, aunque sea por un solo instante, hasta los sectores del gobierno más ligados a la patronal se han visto obligados a escenificar un amago de crítica de los sueldos y bonus que cobran los directivos2 en oposición a los despidos masivos en curso, solo sea porque les torpedea el discurso de gobierno más progresista de la historia. La prolongación durante tres meses más de las “medidas escudo” de la pandemia –el alargamiento de los ERTEs, la moratoria en las deudas o la paralización de algunos desahucios–, anunciada hace semanas, apenas es un contrapunto a la profundísima degradación social en curso y a los ajustes que se avecinan. Añádese que muchas de esas medidas tienen mucha letra pequeña que pasarán factura incluso a los beneficiados ahora y, sobre todo, que en ningún caso son financiadas como se impone: haciendo pagar a los parásitos del gran capital que están siendo rescatados. El resultado es que estos salen indemnes no solo de la expropiación que merecen sino de todo el debate mediático, convirtiendo en cómplice de esta farsa al conjunto de la comedia politiquera.

En este sentido, se hace obligatorio hablar de las otrora llamadas fuerzas del cambio. En un territorio como el madrileño donde están especialmente divididas, es necesario recordar el papel que Podemos y toda su órbita vinieron a jugar, que no fue otro que el de canalizar la indignación hacia lo electoral, el de dividir y frenar una movilización que por aquellos inicios de 2014 estaba en su punto más elevado. Cuando decimos esto sobra decir que no estamos hablando de una conspiración, de que su aparición fuera un plan perfectamente orquestado desde “arriba” –demasiado a menudo se realizan análisis de este tipo, también desde parte del movimiento comunista3–, pero es sabido por todos que el régimen del 78 no tuvo problemas en hacer ciertas concesiones ante estas fuerzas, en facilitarles espacios mediáticos, incluso arriesgando un posible sorpasso al PSOE a nivel estatal.

Después de haber dejado margen para el juego podemita cuando la calle estaba caliente y una vez que la movilización popular está en horas más bajas, lo cierto es que, ante una profundización de la crisis sistémica que estrecha todos los márgenes de maniobra que puede tener el capital –en lo que se refiere a posibles medidas o reformas–, la presencia de todo el mundillo progre en algunas esferas institucionales puede pasar perfectamente a molestar, a resultar incómoda, aunque sus posturas izquierdistas no pasen de aspavientos y fraseología en un intento de no alejarse demasiado de sus bases. Las campañas mediáticas en su contra, las amenazas y todo eso que hemos estado viendo tiene mucho de real, pero bajo ningún concepto debe hacernos olvidar el nefasto papel histórico que les ha tocado jugar en la lucha de clases. La derrota y la dimisión de Iglesias, vista incluso desde la perspectiva reformista, no deja de ser consecuencia del papel de apagafuegos que han jugado, y de haberse tirado a hacer de simple muleta del PSOE. Por mucho que hayan querido situarse a la izquierda en esta campaña, pretendiendo diferenciarse claramente incluso de los de Errejón, el papel que Unidas Podemos está jugando en el gobierno central está ahí y sus efectos no se anulan por unas semanas de campaña.

Por otra parte, la demagogia de Ayuso y todo su discurso de no cerrar bares o la economía en general, ha terminado por calar en sectores populares que, como decíamos al principio, no tiene ningún tipo de referente que les señale los verdaderos bandos en juego; pensemos si no en todos esos asalariados “intermedios” –en muchos casos al borde de la precarización–, totalmente desclasados tras décadas de inexistencia de un sindicalismo de clase y coherente. O en todos esos autónomos –en muchos casos llevando pequeños negocios– que están al albur de la ideología dominante y que son buen caldo de cultivo de las opciones reaccionarias, capaces de inocularles que su situación desesperada es porque la “izquierda” está en el gobierno. Frente a un Estado y un gobierno que gestiona la crisis para los capitalistas, que deja en el abandono a una inmensidad de sectores populares, lo que queda es el “sálvese quien pueda”; y para ese sálvese quien pueda, el discurso de la liberalización, el hecho de que haya menos medidas restrictivas etc., puede ser hasta favorable y ha calado en gente humilde. Al final, muchos pequeños negocios o empleos, por precarios que puedan ser, no dejan de ser el sustento material real de muchísima gente. Sobra decir que para evitar estas derivas es necesario señalar a la banca y al conjunto de la oliarquía parasitaria, es necesario organizar la lucha contra ellos; pero para muchos eso implicaría dejar el circo de la política burguesa, y asumir la cuota de tragedia que inevitablemente conlleva enfrentarse a la dictadura del capital.

A lo que acabamos de decir hay que sumarle toda esa inmigración, todos esos sectores del proletariado que no conocen ni un mínimo de derechos y que por supuesto no tienen cabida en el “cuerpo electoral” –en Madrid la población migrante se acerca al millón de personas, de las cuales una mayoría no tiene derecho a voto4–, a los que se silencia y se margina de la vida política para poder sobreexplotar mejor. A este fin, por cierto, van destinados principalmente los ataques de la extrema derecha, por encima del que sencillamente “no haya” inmigración.

Volviendo a las fuerzas del cambio, resulta irónico que una gente que supuestamente vino a salvar al pueblo, subiéndose a lomos de las protestas posteriores al 15M y recogiendo algunas de las demandas populares más importantes, sea ahora quien pide ayuda a esos mismos sectores populares que vinieron a salvar; ayuda para defenderse de los ataques de los sectores más derechistas del Estado, pero que en el fondo quieren para mejor colocarse dentro del mismo, o incluso de cara a sus peleas internas. Hace tiempo que venimos hablando de desviacionismos, de luchas políticas legítimas pero que, enfocadas de manera incorrecta u oportunista, no hacen sino atarnos de pies y manos, alejarnos de señalar y ser capaces de concentrar fuerzas contra el enemigo principal, y en última instancia poner en cuestión a la clase que tiene realmente el poder –sin el cual, todo es ilusión–. Pues bien, el último de todos esos desviacionismos es ese “antifascismo” que ha pretendido liderar una gente que hasta hace nada no era “ni de izquierdas ni derechas”, que se reían de los que llevaban “las banderas rojas” y que está haciendo una impecable labor de blanqueamiento del Régimen, del PSOE y de un aparato de la UE responsable como el que más de toda la miseria popular en curso. Tal es la comedia histórica.

Por cierto, hay que señalar que si VOX tiene cierta fuerza, es también gracias a la pequeñez de ese reformismo que nos ha desviado, que nos ha cambiado el escenario en el que debería estar situada la lucha de clases. En el Estado español la extrema derecha siempre ha tenido dificultades para jugar al obrerismo, para penetrar en sectores populares gracias a su discurso social, y en realidad siempre ha sido muy evidente su procedencia de clase. Pero el que un gobierno que se viste de izquierdas –que para no poca gente tiene tintes incluso de socialismo– sea quien está gestionando la crisis para los capitalistas, sólo allana el camino para el crecimiento de la reacción. El discurso de la extrema derecha contra la inmigración, su nacionalismo o su prédica anticomunista, están siendo alimentados por esa demagogia “antifascista” de las propias fuerzas del cambio, incapaces de señalar de verdad el papel que esta (y el resto de agentes que alimentan la reacción) están jugando, no sin contradicciones y cálculos político-electorales.

Por lo demás, toca hablar también de la importancia real que puede tener el voto emitido por sectores populares, de hasta qué punto puede tener relevancia el resultado concreto de unas elecciones. Primero de todo, hay que decir que la obsesión generalizada por el sentido del voto ya revela por sí misma una tendencia ideológica a dar legitimidad a la farsa de la democracia burguesa. Mucha gente se lleva las manos a la cabeza porque el pueblo vote a partidos de derechas o ultras, o a opciones reformistas de una falsedad evidente, cuando lo primero es comprender que es normal que muchas personas sencillas del pueblo, aisladas en sus problemáticas económico-sociales, confusas, engañadas durante tantos años, asqueadas de promesas incumplidas, resignadas… busquen dónde agarrarse para tratar de solucionar –aunque solo sea en parte– su caso concreto, bajo la premisa de probar “a ver si estos hacen algo”. Pero lo más importante es que, en realidad, la vinculación que existe con respecto al voto emitido es hoy día muy baja, que pocos votantes se ven comprometidos posteriormente por lo que hayan decidido votar en un momento determinado, por lo que no se debe exagerar la influencia del voto sobre el desarrollo posterior de la lucha de clases. Sabemos que, en realidad, mucha “gente de la calle” vota en términos posibilistas, y no podemos concluir –por mucho que las elecciones tengan su influencia– que no estarían por un proyecto más rupturistao que no sean potencialmente revolucionables5.

En estas elecciones ha habido un par de listas nominalmente comunistas, una de ellas una coalición de dos organizaciones, que se han presentado a las elecciones: entre ambas no han llegado a los tres mil votos, menos del 0,1%6. No es la intención de este texto entrar en la cuestión electoral y el movimiento comunista, pero nos vemos en la necesidad de hacer algún apunte. Primero, que el mero hecho de presentarse una vez tras otra a las elecciones, con el desgaste que ello supone y para obtener un puñado de votos –que además tampoco han ido en tendencia ascendente en los últimos años, más bien al contrario–, debería hacer replantearse alguna cosa a estos compañeros. Segundo, que el hecho de que, llegado el momento, la línea revolucionaria pueda hacer uso de la vía electoral, requerirá en primer lugar de un dominio muy elevado de la combinación de diferentes métodos de lucha, pero sobre todo, exigirá que cuando se presente a las urnas represente ya una fuerza real en la lucha de clases, se deberá hacer valer en la práctica antes de “anunciarse” electoralmente. Y sobra decir que esto no ocurre con ninguna de las organizaciones que hoy pueblan el movimiento comunista.

Tercero, esta cuestión concreta sobre lo electoral debería servir a una reflexión más amplia en torno a la crisis que el movimiento comunista arrastra desde hace décadas –por cierto, la ganadora de las elecciones fue una Ayuso que hizo campaña “contra el comunismo”–, y a las tareas que nos tocan para superarla. Tareas que en ningún caso pasan por insistir en la fraseología o folklore comunistas, en hacer meras llamadas al partido o a reconstruir el mismo; estas cosas como mínimo son totalmente insuficientes, cuando no poco serias o incluso contraproducentes, sobre todo por cómo se enfocan en una gran mayoría de casos. Por supuesto que la reconstrucción del movimiento comunista, del partido, es la tarea más elevada que nos toca, pero hoy, lo que da más seriedad a la militancia que se reclama comunista o revolucionaria no es cómo se autodenomine, ni siquiera la justeza de sus palabras –por más que el dominio de la teoría sea absolutamente necesario–, sino la capacidad que esa militancia tenga para contribuir a revolucionar la realidad, para trabajar e influir en los diferentes sectores populares, en los movimientos de masas, para elevar a estos políticamente. Este trabajo no podrá desligarse en ningún caso de la reconstrucción de la vanguardia, y es de hecho el que nos permitirá canalizar correctamente muchos de los debates necesarios, o en última instancia elevar una teoría que siempre, siempre se deberá a la práctica.

*

Hemos mencionado aquellos años, en torno al 20147, como el momento más elevado de las movilizaciones que se abrieron tras la crisis de 2008. Aunque con limitaciones y seguramente errores, hay quien no ha dejado de trabajar en esa línea, en unas condiciones que no han sido nada favorables en estos años pero que seguramente hoy lo sean un poco más; por el agotamiento del cartucho del reformismo, por la profundización de la crisis social, por la propia situación de la pandemia o porque los pueblos también son capaces de sacar lecciones prácticas de todo lo vivido en estos años, sobre todo, si hay una militancia que se preste con humildad a acompañar “a nuestra gente” en el día a día dentro de una estrategia revolucionaria. Hoy se nos impone continuar con una tarea que quedó pendiente: la de elevar y fundir todas las protestas, todas las luchas sectoriales, en un torrente único que no se limite a exigencias particulares, ni a la crítica de uno u otro gobierno de turno al servicio del capital, sino que apunte al cuestionamiento del poder político real. Un trabajo que se debe complementar con esa continua labor de organización, de hormiguita, en los barrios obreros, allí donde muchas veces los llamados movimientos sociales o el movimiento obrero existente no consiguen penetrar, allí donde el proletariado está sufriendo. Esta, por cierto, también es la mejor forma de impulsar el trabajo antifascista.

Hace ya más de un año que desde nuestra organización hacíamos una humilde llamada a enfocar todo el trabajo militante en la línea que venimos mencionando, en la búsqueda de esa máxima unidad popular combativa8. Hoy toca retomar ese llamamiento al más amplio y diverso activismo, a toda la militancia consciente, para que contribuya a la movilización y a la organización populares, trabajando en la creación de estructuras de poder popular, colocándose en perspectiva de resistencia y de victoria frente a la reacción, en el seguro contexto de agudización del enfrentamiento de clases que se avecina.

Ernesto Martín, Miquel Díaz, militantes de Red Roja


1 https://www.elboletin.com/santander-caixabank-y-sabadell-negocian-con-el-gobierno-para-salir-del-banco-malo/

2 https://elpais.com/economia/2021-04-21/calvino-critica-los-altos-sueldos-de-los-directivos-de-banca-y-buscara-minimizar-el-ere-de-caixabank.html

3 https://www.flamencorojo.org/analisisyactualidad/tocara-vacunarnos-tambien-contra-la-falta-de-rigor/

4 https://www.publico.es/sociedad/4m-elecciones-excluyen-personas-migrantes-vivo-voto.html

5 “Sobre la desvinculación del voto”, artículo salido en la revista número 17 de Red Roja https://redroja.net/wp-content/uploads/2020/06/Revista-Red-Roja-n%C2%BA17.pdf

6 Nos referimos al PCTE, organización que es resultado de la reciente ruptura en dos del PCPE, y a la “coalición por la unidad comunista” PCOE-PCPE.

7 Nos referimos sobre todo a aquellas Marchas de la Dignidad que culminaron el 22 de marzo de 2014, sobre las cuales se pueden encontrar noticias en todo tipo de prensa –también sobre los disturbios y heridos que hubo aquel día–, pero sobre las cuales dejamos la referencia que precisamente hacía la primera publicación en forma de revista que hacía nuestra organización, hace ya más de siete años:

“Las Marchas de la Dignidad, como movilización histórica que ha desbordado todas las previsiones y ha sacado a la calle a millones de personas sin el apoyo de los sindicatos mayoritarios, además, han conseguido estructurar un programa político con capacidad y voluntad de unificar las luchas de multitud de sectores. Cuestión absolutamente necesaria. Y es ahora, a partir del trabajo realizado que ha producido este hito para el movimiento popular, cuando precisamente se empiezan a dar las condiciones para articular las formas de coordinación y solidaridad que necesitamos hoy día en el Estado español. Pero para eso ahora toca volver a los barrios, a los pueblos, a los centros de trabajo y estudio a fortalecer y extender ese germen de organización.”

https://redroja.net/wp-content/uploads/2020/06/RR_n0.pdf

8 En su momento le dimos el nombre de “Frente de Salvación Popular”, aunque ni que decir tiene que el nombre es lo de menos, y que lo más importante es el espíritu, el enfoque político estratégico. El texto mencionado aparece a partir de la página 31 de este documento, que contiene otros trabajos en torno al “referente político de masas” que varias veces hemos mencionado en este texto y que creemos recomendable también leer.

https://redroja.net/wp-content/uploads/2020/06/FOLLETORPMv4color.pdf
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