Folleto: PANDEMIA Y LUCHA DE CLASES

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El folleto que presentamos es una actualización y ampliación del que publicamos a finales de abril de 2020, es decir, a poco más de un mes del estallido de la pandemia en España. Es importante resaltar este aspecto de la fecha para ver qué línea de trabajo estábamos llevando públicamente con tanta premura y celeridad en todo este asunto de la pandemia, en contraposición con el parón de pronunciamientos en tanto que organización que se dio a finales de ese mismo año coincidiendo con la etapa que se abría con la vacunación, cuando habría sido importantísimo que hubiésemos abordado esta, la etapa de la vacunación, desde la línea que veníamos sintetizando. El parón tuvo algunas excepciones, en forma de editoriales o artículos en algunas de las revistas que editamos, o como parte de otros informes o publicaciones.

Aquel folleto de abril de 2020 contaba con una decena de textos que tocaban de forma muy temprana varios aspectos en torno a la pandemia, en consonancia con las consecuencias nada halagüeñas que esta proyectaba en varios ámbitos (sanitario, social, laboral, político) y en torno a las tareas y cuestiones de las que la militancia revolucionaria debía ser consciente. Desde el principio estábamos convencidos de que no era lo mismo que la enfermedad a escala mundial se diera en uno u otro sistema económico-social o que su gestión (y su utilización) se llevara desde una u otra política gubernamental. Una política que había que desvelar más allá de (mejor dicho, a pesar de) lo que los medios oficiales nos vendieran. Y no es que estuviéramos convencidos por una mera cuestión de principios que nos “permitía” ahorrarnos cualquier análisis concreto, sino que, precisamente por el carácter mundial de la enfermedad, la realidad nos suministraba datos y comparativas posibles que nos iban confirmando en nuestra posición de partida, precisándola y enriqueciéndola.

En cualquier caso, estábamos obligados a ser rigurosos en el tratamiento de lo que acontecía y huyendo de simplificaciones “principistas”, que lo único que consiguen es atraparnos en situaciones de suficiencia que rayan cada vez más la ridiculez y nos inhabilitan para intervenir lo más óptimamente posible en la superación de la realidad. Pues bien, sépase ya que contra esa amenaza viral hemos tenido que emplear un precioso tiempo en inmunizarnos dentro de nuestra propia organización, lo cual explica en gran medida el parón de pronunciamientos al que nos acabamos de referir. Lo cierto es que en nuestra organización nos planteábamos desde el comienzo que en todo este asunto de la pandemia de la Covid-19 había que ir marcando línea en nuestros marcos de intervención y en medio de una gran degradación sanitaria, social y laboral en curso. Y que habría que ir marcando esa línea… en línea con nuestra línea. Ya veremos que esta fórmula no es un simple juego de palabras que hemos querido hacer, sino que es un reto que íbamos cumpliendo y que finalmente en un momento determinado no pudimos continuar haciendo como era debido.

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Había, pues, que advertir contra la inmunización en curso de las instancias gubernamentales contra las críticas que se venían dando; una inmunización política que lo único que perseguía era evitar que esas críticas de la crisis sanitaria y social supusieran un cuestionamiento más generalizado del poder. Para lo cual, el gobierno se aprovechaba de la propia desesperación de la gente por resolver la cuestión del virus; aprovechando también que, en toda lógica, y ante la falta de una planificación económico-social que hubiera reducido al máximo las víctimas (muchas evitables), la vacuna se le presentaba a muchos trabajadores y sectores populares (en el más amplio sentido del término) como una tabla de salvación más allá de la tragedia sanitaria en curso. Una cuestión, esta última, ante la que teníamos que ser especialmente sensibles.

Es a partir de esta comprensión de nuestra obligación de saber acompañar a la gente que no procedía jugar a la ligera con el conspiracionismo al respecto de la enfermedad y de sus remedios; es a partir de ahí, decimos, que tocaba poner sobre la mesa cómo en toda la gestión oficial de la pandemia se estaban mezclando los intereses de la gran industria farmacéutica, tanto en la fabricación como en la monopolización de la distribución de sus vacunas, ninguneando las de países como China, Rusia y Cuba. Y es a partir de ahí que había que alertar sobre cómo los mismos productores de vacunas occidentales, poniendo por delante la prioridad en la obtención de beneficios, se pasaban por el forro la propia recomendación de la OMS de extender la inmunización a los países subdesarrollados, liberando patentes si fuera preciso, cuando se sabe sin mucho conocimiento de base sobre el virus, que no hacerlo suponía poner en bandeja la proliferación de variantes.

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