Esa tarea histórica del movimiento obrero pasa ineludiblemente por poner en el centro de su reconstrucción como clase a los sectores más precarizados y proletarizados, que viven situaciones de dictadura laboral, lo que obliga a organizar un sindicalismo de nuevo tipo. Al tiempo -en el contexto del dominio oligárquico financiero y de los dictados de la Comisión europea que implican recortes a mansalva al servicio de su rescate infame-, hay que ir forjando un frente de salvación popular lo más amplio posible, fomentando la unidad de las movilizaciones sociales y laborales. Al respecto, se impone la máxima inteligencia para organizar la extensión de la conciencia y la materialización del poder obrero.