Colombia, Venezuela y la traición en las FARC-EP
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- Publicado en Domingo, 16 Septiembre 2018 08:13
Categoría: Opinión- Escrito por Comunicación
Por Narciso Isa Conde.
Antes,
durante y después de los denominados DIALOGOS DE PAZ DE LA HABANA
(entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP), existió,
existía y existe un Estado Terrorista, con paramilitarismo incluido,
siete bases militares y calificadas unidades militares estadounidenses
en territorio colombiano… más el acuerdo con la OTAN.
El
PENTÁGONO, específicamente su Comando Sur –sin desistir de la conquista
de Brasil para esos mismos fines y con mayor fortaleza militar-
concibió y concibe a Colombia como una especie de Israel de cara al
Norte de Suramérica (principalmente como factor de agresión a la
Venezuela bolivariana)…de cara a la Amazonía y al Caribe. Un gendarme de
mediana dimensión e intensidad.
· LA PAZ COMO FARSA.
No
había que ser adivino, ni tener demasiada inteligencia, para apreciar
que la desmovilización y desarme unilateral de las FARC-EP, principal
ejército irregular antiimperialista de la región, provocaría un costoso
desequilibrio interno y regional a favor de las derechas locales y del
imperialismo occidental (EEUU y EUROPA OCCIDENTAL); ambos empeñados, por
demás, en una feroz y violenta contra-ofensiva anti-reformas,
anti-autodeterminación y anti-revolución en toda nuestra América; con
especial énfasis contra la soberanía Venezolana, procurando asaltar sus
enormes riquezas naturales
Sin
embargo, la mayoría del poderoso SECRETARIADO de las FARC-EP,
capitaneado por su jefe político-militar, Comandante Timochenko (Rodrigo
Londoño), desoyendo todas las advertencias, optó por precipitar
(combinado con Santos) –mediante sorpresivas maniobras espurias- un
desenlace claudicante en las referidas negociaciones.
Esto
incluyó desmovilización de bloques guerrilleros, entrega de las armas,
aceptación de la permanencia de la mayoría de los presos políticos en la
cárcel, convivencia con el Estado tal y como está conformado a nivel
civil, militar y policial; permanencia de las estructuras paramilitares
asesinas, renuncia a la convocatoria de una CONSTITUYENTE SOBERANA y
continuidad de las bases militares estadounidenses, del acuerdo con la
OTAN y de todo el andamiaje guerristas de Israel y EEUU en su
territorio.
Examinadas
con detenimiento la modalidad de esa imposición junto a la evolución
posterior del accionar legal de sus artífices, y evaluando
específicamente lo que acontece alrededor del infame apreciamiento del
comandante Jesús Santrich y la conjura contra el Comandante Iván
Márquez… así como las múltiples, diversas e importantes disensiones de
contingentes político-militares farianos, no tengo dudas de que esa
imposición reúne las característica de una rendición militar y una
claudicación política-ideológica con fuertes componentes de traición
interna.
· IMPACTOS NEGATIVOS DE LA TRAICIÓN.
Esta
derrota no fue consumada en el campo de batalla, sino inducida por una
astuta inteligencia militar que logró la renuncia a las ideas, a la
ética y al compromiso revolucionario de su contraparte; evidentemente
asumida por componentes relevantes de la jefatura de esa fuerza
insurgente, no por todos sus dirigentes; menos aun por toda su
membrecía.
Sus impactos negativos no tardaron en manifestarse dramáticamente a consecuencias de los desequilibrios registrados. Veamos:
·
El NO ganó el plebiscito con que se pretendió refrendar ese mutilado
“acuerdo de paz”, en medio de una mayoritaria y significativa abstención
del universo de votantes y de una votación minoritaria a favor de ambos
bandos: uribismo y Gobierno.
·
El Secretariado de las FARC, en lugar de darle una correcta lectura a
la desconfianza popular así expresada, decidió hacer más concesiones,
acentuando la claudicación.
·
Las matanzas y persecuciones de combatientes, líderes y activistas de
las izquierdas y los movimientos sociales no se hicieron esperar.
·
A continuación la expresión legal de las FARC fue castigada
electoralmente por la sociedad colombiana, al extremo de exhibir una
ridícula votación; más aun si se compara con las dimensiones de las
fuerzas que integraron su ejército popular, sus milicias, su partido
comunista clandestino y su movimiento bolivariano, y de su importante
gravitación en la MARCHA PATRIÓTICA y en numerosos movimientos sociales.
Evidentemente el viraje a la derecha provocó una hecatombe en sus
filas.
· La extrema
derecha uribista ganó las elecciones, potenciada por su coherente
embestida contra el Acuerdo de la Habana y por la inconsistencia de
FARC, ya abrazada a la candidatura de Petro, uno de sus antiguos
adversarios a la cabeza de una opción centrista-liberal pro-imperialista
y hostil al gobierno venezolano.
·
El nuevo gobierno se propone desmontar los limitados avances
consignados en las letras del “ACUERDO DE PAZ”, mientras arrecia la
represión y profundiza la tendencia neo-fascista y la hostilidad contra
la Venezuela bolivariana y contra el proceso boliviano; aliado de bruces
e incondicionalmente a los contra-ataques de Trump contra la
independencia continental y los procesos de reformas.
·
La Fuerzas Armadas y el paramilitarismo colombianos, articulados con el
Pentágono, la CÍA y el MOSSAD israelí, con el apoyo de la gran
burguesía y las derechas de ese país, han reforzado su compromiso de
desestabilización y agresión política, económica y militar contra el
Gobierno de Maduro y el chavismo venezolano, incluidos expedientes como
el magnicidio y la invasión militar tutelada por EEUU. La falsa PAX
colombiana ha estimulado la guerra imperialista contra Venezuela y más
allá.
· LA PELEA CONTINUA.
Sin
embargo, todos esos factores negativos juntos, no anulan la
multifacética resistencia y las nuevas ofensivas del pueblo colombiano,
del pueblo chavista venezolano y de los pueblos de nuestra América.
Ni
la reacción imperial-derechista, ni las inconsecuencias de los
denominados gobiernos progresistas, ni la derechización de ciertas
izquierdas, ni las traiciones registradas… tienen poder en el contexto
de esta multi-crisis del capitalismo para provocar una derrota
estratégica del campo popular y aplacar definitivamente la tendencia a
la rebeldía; menos aun en casos como el venezolano y el colombiano.
En Venezuela crece la resistencia popular al golpe y a la agresión política, militar y económica interna y externa.
Voces
autorizadas llaman a formar nuevas milicias populares y se expresa la
disposición a recibir brigadas latino-caribeñas; al tiempo que el
componente chavista de las Fuerzas Armadas Bolivariana reafirma su
lealtad al proceso y su disposición combativa; por lo que los factores
revolucionarios que se han acumulado allí no son fáciles de aplastar.
En
Colombia los traidores a la insurgencia heroica que forjó Manuel
Marulanda han perdido la autoridad y el liderazgo que forjaron en los
campos de batalla; mientras crece el respaldo a los que siguen firmes y
dispuestos a revertir el revés y a recomponer las fuerzas
transformadoras. Esto, a su vez, amerita multiplicar la solidaridad
internacional en casos como el de los comandantes Satrich y Márquez, la
libertad de los presos políticos y el apoyo a las víctimas de la
represión.
Hay claras
señales de que muchos/as combatientes, milicianos/as, militantes y
comandantes no han aceptado la ruta de la rendición y deciden optar por
la recomposición y rearticulación de las fuerzas dispersas, aun en medio
de grandes riesgos.
El
ELN no se ha desmovilizado y se opone a la paz como maniobra del régimen
y como trampa, esto es, a una paz sin garantías y sin agenda de cambios
sustanciales.
El
territorio colombiano está sembrado de protestas sociales y políticas de
todo tipo, mientras la mayoría electoral relativa del candidato
triunfador no logra superar la existencia de un gobierno de minoría, que
habrá de apoyarse fundamentalmente en la violencia.
Y
si damos una mirada más allá, es inocultable el enorme rechazo popular
que han provocado las formulas ultraderechistas y mafiosas derivadas de
los llamados golpes blandos y los contra-ataques imperialistas en
Honduras, Brasil, Argentina, Paraguay…
No hemos sido derrotados.
EEUU
y sus sucios socios locales tienen capacidad paras desestabilizar
procesos de cambios que se han estancado o degradado, pero no para
estabilizar su dominio.
La pelea sigue y habrá de ser cada vez más dura.
Se
pelea peleando y luce que donde estamos fallando es en la falta de
cualificación y en las debilidades todavía no superadas de las fuerzas
llamadas a conducir y articular exitosamente las múltiples y diversas
batallas necesarias; lo que exige una profunda direccionalidad
anticapitalista y antiimperialista; y, sobre todo, claras
reformulaciones, forjadas estrecha relación con los pueblos en lucha y
su capacidad creativa, de los proyectos de transición hacia sociedades
justas y solidarias.
Vale todo lo que pueda hacerse en esa dirección dentro de una consistente vocación revolucionaria e internacionalista.